| Descripción |
Carta de Vicente Avalos a Sorolla recordándole su amistad, en el tiempo en que tenían como amigo común a Vicente Blasco Ibáñez. Le pide utilizar sus valiosas influencias en su favor, para protegerle frente a los carlistas que quieren arrebatarle el pan que legítima y honradamente se está ganando.
Le explica la situación en la que se encuentra: al marcharse de Valencia Blasco Ibáñez, la política tomó un rumbo caótico que le llevó a apartarse totalmente de la vida activa en la política y de toda intervención directa o indirecta en los asuntos de partidos y del periodismo, debido a su cansancio por los desengaños e ingratitudes recibidas en sus dieciseis años de lucha, y también porque había obtenido por concurso reglamentario el cargo de "Administrador de Mercados del Ayuntamiento de Valencia", en el que lleva 9 años. Durante ese tiempo y gracias a su trabajo y sus esfuerzos ha conseguido aumentar la recaudación en más de cincuenta mil duros anuales. Para ello se ha tenido que enfrentar incluso a ladrones y matones. Su honradez y laboriosidad le han valido muchos elogios, y los alcaldes y concejales de todos los partidos han tenido que reconocerlo y declararle empleado modelo, valiosísimo para los intereses municipales.
Sin embargo, al formarse la coalición monárquica del Ayuntamiento el año pasado, compuesta por los concejales carlistas, liberales, conservadores y la liga católica, acordaron cesarle por exigencia de los carlistas y algunos conservadores, fundándose en su procedencia republicana.
Como no podían abrirle expediente para destituirle por su intachable gestión, han decidido suprimir su plaza, con el pretexto de recortes económicos. El presidente de la Comisión de Mercados, concejal conservador, se opuso, y gracias a él y a algunas influencias locales, consiguió salvar su puesto, aunque con una rebaja en su asignación de 1.000 pesetas.
Continúa diciendo que, creyéndose ya tranquilo, se ha enterado ahora de que le van a echar, pues los carlistas no olvidan que él fue el redactor jefe de "El Pueblo" en la época de Blasco Ibéñez. Los conservadores y liberales, a regañadientes, han accedido, ante la imposición de los carlistas que amenazan con romper la coalición si no se les da su cabeza. Cree que de esta situación sólo puede salvarle la influencia de alguna alta personalidad de Madrid, y por eso se dirige a Sorolla.
Cree que él puede conseguir de sus amigos influyentes que Eduardo Dato, Presidente del Consejo de Ministros, o Sánchez Guerra, Ministro de la Gobernación, pidan al Gobernador Civil de Valencia, el General Centaño y al Alcalde, Francisco Maestre, que le respeten en su cargo de Administrador de Mercados de Valencia.
No necesita decirle cómo ha de ser su recomendación, pues él ya sabe cómo son de pequeños los políticos de Valencia, cómo lo envenenan y empequeñecen todo. Ni en Madrid, ni en Barcelona se ha dado jamás un caso así, y tampoco en el Ayuntamiento de Valencia fueron molestados los empleados republicanos por las mayorías monárquicas, hasta ahora.
Le explica que el Gobernador, el General Centaño, es hombre recto y justo, sin embargo el Alcalde, Francisco Maestre, es hombre lleno de odios y rencores, por lo que la recomendación para él ha de ser imperiosa, pues está muy entregado a los carlistas y su ídolo es Juan de la Cierva.
Espera sus noticias, confiando en su bondad y expresándole por anticipado su agradecimiento.
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